Ruega por una oportunidad de trabajo: El señor Candia clama por ayuda de la ciudadanía a que le brinden una oportunidad para poder trabajar.
Entre cuatro columnas con techo de chapa, envueltos con trozos de hule que solo hacen una alusión de que son unas paredes, se refugia una familia igual al de quien está leyendo o redactando.
Pero esta familia se encuentra lejos de los “lujos” como la que tenemos muchos de nosotros, asi como un hogar o una cama en donde reposar, duermen en suelo de una propiedad que se les ha prestado, siendo víctimas del olvido de las autoridades.
Cuentan con dos criaturas pequeñas, viéndose expresada la tristeza en sus caritas, sufriendo los golpes de hambre, frio o el insoportable calor.
Eran las tres de la tarde y aún no habían comido nada
El reloj marcaba las tres y media de la tarde cuando el equipo de trabajo se constituyó en el lugar. Aun nadie había probado un solo bocado en todo el día, ni de la anterior.
Se encuentran alejados de la ciudad, en la localidad de 3 de febrero, en el departamento de Caaguazú, aproximadamente a unos 218 km de la capital. Una distancia bastante necesaria para quedar en el olvido e invisibles antes la mirada de muchos de los ciudadanos.
“No hay ni siquiera un pedazo de pan”
“Me duele en el fondo del alma no tener que darle de comer a mis niños, no tengo absolutamente nada. Necesito comida para ellos, ni siquiera tengo un pedazo de pan para darle a mis hijos”, comentaba don Francisco, con lágrimas en los ojos por la impotencia.
“Salí a las 6 de la mañana, en busca de que alguien me diera trabajo para carpir las chacras, es lo único que en estos lugares, pero no hubo nada, y me duele llegar sin nada en las manos”, alegaba en medio de su tristeza.
“Hay días en que no podemos darle de comer a nuestros niños”
“Hay días en que no comemos nada de nada, mis hijos lloran mucho y nadie puede creer lo triste que se siente. Ni siquiera puedo cultivar mandioca, porque no tengo lugar donde hacerlo y no es porque no quiera.
Consigo trabajitos debes en cuando, pero lo que gano solo alcanza para uno o dos días”, relata a diario cronica entre lágrimas que tocan en lo más profundo del corazón. La solidaridad es su única luz de esperanza, y esto sucede acá, en nuestro Paraguay.
Se duermen en suelo cuando no hay lluvia
Sobre un viejo colchón que posa encima de una bolsa de plástico es el lugar de “descanso” de las criaturas. “Descansan encima ‘cuando no cae ninguna gota de lluvia’, sino amanecemos parados con nuestros niños en brazos. Una vez que llueve, todo se moja y no nos queda espacio en donde sentarnos”, relató.
“Ya estamos resignados, nuestras familias son de muy escasos recursos y no podemos ayudarnos entre nosotros. Nadie tiene idea que lo que pasamos, suelo salir en busca de latas, pero de eso apenas se consigue 5 mil guaraníes y con eso debemos pasar un día, pero no toda las veces contamos con eso”, expresó.
Clama por una oportunidad de trabajo
“Solo pido una oportunidad para poder trabajar, para que mis hijos ya no pasen necesidad. Nosotros ya le agarramos la costumbre, pero ellos no tienen el porqué de pasar por esto. Son inocentes, y me parte el alma verlos así. Yo no quiero que me regalen nada, solo pido trabajo para que yo pueda alimentar a mis hijos”, clama el padre dolido.
“Acá no hay trabajo, no puedo abandonar a mi familia para irme a otro lado para buscar, no se puede vivir en la calle, solo ruego por una oportunidad. Pido a las personas que mi brinde n su ayuda, no soy un haragán, soy fuerte para el trabajo, solo pido que se me dé una oportunidad”, solicita el señor.
Para quienes quieran ayudar
El paraguayo se caracteriza por la solidaridad y la empatía, y dirigido a todos aquellas personas de buen corazón para que le den una mano a esta familia, pueden recurrir al número (0983) 279 822 con la señora Sara Ortiz, quien se enteró de las carencias que sufren esta familia y se comunicó con nuestro medio de prensa.
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