Investigaciones revelan que las botellas plásticas pueden filtrar compuestos que afectan el gusto y, potencialmente, la seguridad del agua. Según un estudio, las fechas de caducidad en el agua obedecen más a regulaciones gubernamentales que a fundamentos científicos. Aunque el agua no se “vence”, el plástico sí envejece.
El problema principal está en los envases. La International Bottled Water Association (IBWA) señala que más del 97% del agua embotellada se vende en botellas plásticas ligeramente porosas. Con el tiempo, estas liberan sustancias químicas y microplásticos, alterando sabor y calidad. Gases ambientales como solventes o combustibles también pueden filtrarse, afectando aún más el líquido.
Aunque algunas marcas usan plásticos de mayor calidad, estos son costosos. La FDA asegura que el agua no tiene fecha de expiración si se almacena bien, pero el deterioro del plástico genera preocupaciones. Fechas de vencimiento, como las impuestas en Nueva Jersey en 1987, persisten por razones logísticas y regulatorias, no por riesgos comprobados.
Para un almacenamiento seguro, los expertos recomiendan mantener las botellas en lugares frescos, lejos del sol y productos químicos. Altas temperaturas aceleran la liberación de microplásticos. A pesar de estos desafíos, el agua sigue siendo vital para la salud: hidratación, regulación térmica y eliminación de desechos dependen de ella.