¿Qué alarga realmente nuestra vida y nos hace más felices? No es ningún superalimento ni dieta milagrosa, sino algo mucho más simple: comer acompañados. La ciencia ha demostrado que las relaciones sociales durante las comidas tienen un impacto profundo en nuestro bienestar físico y emocional.
Desde tiempos antiguos, compartir alimentos ha sido un acto profundamente humano. El término “compañía” proviene del latín “cum panis”, que significa “con pan”. Incluso en culturas como la china, el concepto de compañero se traduce como “compañero de fuego”, reflejando la importancia de compartir comidas en fogatas. Según Alberto Prati, investigador del World Happiness Report 2025, estas conexiones alimentan tanto el alma como el cuerpo.
En el famoso estudio de Harvard sobre desarrollo adulto, liderado por el psiquiatra Robert Waldinger, no se menciona ningún alimento específico como clave para la felicidad. En cambio, lo que realmente influye son las relaciones sociales sólidas. “Cuanto mejores sean nuestras conexiones interpersonales, más tiempo y felices viviremos”, afirma Waldinger.
Sin embargo, hoy en día, cada vez más personas comen solas, frente a pantallas o en silencio absoluto. “Hemos perdido el equilibrio entre las comidas familiares largas de antaño y las rápidas ingestas de hoy”, señala Mireia Hurtado, psicóloga especializada en alimentación. Este cambio afecta no solo nuestra salud emocional, sino también nuestros hábitos alimenticios.
Diversos estudios respaldan que comer en compañía mejora el bienestar emocional y fomenta hábitos más saludables. “Las comidas compartidas promueven modelos positivos de alimentación y reducen el riesgo de trastornos alimenticios”, explica Miriam Salinas, psicoterapeuta experta en ansiedad por la comida.
Pero, ¿qué tipo de compañía es beneficiosa? Según Sofía Giaquinta, dietista especializada en trastornos alimentarios, el entorno debe ser seguro, libre de juicios y sin obsesión por la estética o las dietas. “Comer con personas que nos apoyan y en un ambiente tranquilo puede ayudarnos a reconectar con nuestras señales internas de hambre y saciedad”, añade.
Incluso en las Zonas Azules, regiones conocidas por su alta concentración de centenarios, las comidas son eventos sociales prolongados. Dan Buettner, investigador de estas áreas, destaca que los vínculos familiares y comunitarios son factores clave para la longevidad.
En España, la sobremesa es un ejemplo perfecto de esta filosofía. No es solo un momento para digerir alimentos, sino para disfrutar de historias, risas y miradas cómplices. En ese espacio compartido reside una forma silenciosa pero poderosa de felicidad que alarga la vida.
Fuente: https://www.telva.com/bienestar/nutricion/2025/04/20/67fe66d802136ecd4d8b4599.html