Pequeños cambios en tu rutina diaria, como caminar o realizar tareas domésticas, pueden tener un impacto profundo en tu equilibrio emocional y calidad de vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los adultos deberían dedicar al menos 150 minutos semanales a actividades moderadas, como montar en bicicleta, o 75 minutos a ejercicios más intensos, como correr o nadar.
El ejercicio no solo fortalece el cuerpo, sino que también libera hormonas que generan bienestar, mejoran la autoestima y aumentan los niveles de energía. Además, puede reducir el estrés, la fatiga mental y los sentimientos de soledad, ofreciendo oportunidades para conectarse con otros. Actividades como el yoga o el Tai Chi son especialmente efectivas para combatir el estrés y la ansiedad gracias a su combinación de movimiento y relajación.
La relación entre el ejercicio y la salud mental va más allá del bienestar inmediato. Un estudio del Instituto Nacional de Salud (NIH) de EE.UU. reveló que la actividad física regular puede reducir el riesgo de desarrollar demencia entre un 20% y un 30%, además de retrasar el avance de enfermedades cognitivas en personas mayores. Incluso en quienes ya tienen demencia, el ejercicio mejora su calidad de vida.
La Mental Health Foundation destaca que el ejercicio ayuda a contrarrestar los efectos del estrés al reducir los niveles de cortisol y mejorar la circulación sanguínea en el cerebro, lo que potencia la capacidad de enfrentar desafíos diarios. También tiene un impacto positivo en la autoestima, beneficiando a personas de todas las edades y géneros.
En casos de trastornos mentales graves, como la esquizofrenia, programas de acondicionamiento físico han demostrado mejorar el control del peso, aumentar la tolerancia al ejercicio y reducir problemas como la presión arterial alta. Además, el ejercicio puede aliviar síntomas como el retraimiento social y la baja autoestima.
Según investigaciones del NIH, los programas de entrenamiento aeróbico y de resistencia pueden ser tan efectivos como los tratamientos farmacológicos o psicológicos tradicionales para la depresión y la ansiedad. Sin embargo, mantener estos beneficios depende de la constancia, subrayando la importancia de comprometerse con una rutina estable.
Para comenzar, tanto el NHS como la Mental Health Foundation recomiendan establecer metas realistas y elegir actividades placenteras para aumentar la probabilidad de mantenerlas a largo plazo. Superar barreras como la falta de tiempo o preocupaciones por la imagen corporal puede ser más fácil con apoyo de amigos, familiares o profesionales.
No es necesario gastar dinero ni usar equipos especializados. Actividades simples como caminar, hacer jardinería o participar en clubes locales de caminata son opciones económicas y accesibles. Además, aprovechar espacios al aire libre, como parques con máquinas de ejercicio, combina actividad física con los beneficios de estar en contacto con la naturaleza.