Jessica Torres, la popular bailarina e influencer de 33 años, está en el centro de una nueva controversia. Esta vez, la bronca viene de parte de Tatiana Vera, una empleada doméstica que la acusa públicamente de no pagarle por su trabajo. La historia explotó en redes sociales este martes cuando Vera decidió, sin pelos en la lengua, ventilar su reclamo en Facebook.
En su post, Vera no se guardó nada. «Pensé que al fin Dios me estaba bendiciendo con un buen laburo, un sueldo decente y una familia que va a la iglesia», escribió, dejando en claro su desilusión. La trabajadora sostiene que lleva dos meses esperando que Torres le pague lo que le debe, pero hasta ahora, nada de nada. «Me hicieron sentir culpable con la excusa más absurda y todavía no me pagan. No me avergüenza hacer esto público porque el que nada debe, nada teme», disparó Vera junto a una foto de la influencer.
La empleada también expresó su frustración por la situación, esperando que Torres y su familia «tengan un poco de vergüenza» y le paguen lo que le corresponde. «No da gusto trabajar y que te jodan otra vez, se creen porque tienen plata y son famosos», sentenció Vera, visiblemente molesta.
La Respuesta de Torres: Todo es mentira
Como era de esperarse, la denuncia de Vera se viralizó rapidísimo. La presión fue tanta que Torres tuvo que salir a dar la cara en sus historias de Instagram al día siguiente. En su defensa, la bailarina arremetió contra las acusaciones, calificándolas de falsas y asegurando que Vera fue despedida por razones muy serias.
Según Torres, Vera fue echada por robar objetos de valor de la casa y, encima, por hacer transacciones con la tarjeta de crédito de Óscar Portillo, el esposo de la influencer. Todo esto, dijo Torres, está en una denuncia que Portillo ya presentó ante la justicia.
A pesar de las graves acusaciones, Torres afirmó que sí le pagó a Vera parte de lo que le debía. «Lamento tener que ventilar una situación tan íntima», escribió en su comunicado, claramente molesta por tener que sacar los trapos sucios al sol.
La historia, como muchas de este tipo, tiene dos versiones completamente opuestas. Por un lado, una empleada que reclama lo que considera justo. Por el otro, una figura pública que se defiende de acusaciones serias. ¿Quién tiene la razón?