Un equipo de expertos del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel ha dado un paso importante en la pelea contra el cáncer. Descubrieron un mecanismo que podría convertirse en el objetivo de futuras terapias oncológicas, mejorando la efectividad de los tratamientos actuales.
La pregunta que se plantearon los investigadores es la misma que formulaba el poeta romano Juvenal en el siglo I d.C.: «¿Quién vigila a los vigilantes?». En este caso, las proteínas guardianas que nos protegen de los tumores necesitan ser supervisadas para que hagan su trabajo correctamente. Aquí es donde entran las proteínas chaperonas, que se aseguran de que las proteínas guardianas se plieguen de forma adecuada.
Las chaperonas y el p53
A veces, las proteínas guardianas como el p53 sufren mutaciones que las convierten en promotoras del cáncer en lugar de inhibidoras. Lamentablemente, las chaperonas no pueden distinguir entre una proteína normal y una mutada, por lo que brindan la misma ayuda tanto a las buenas como a las malas.
La Dra. Rina Rosenzweig, del Departamento de Biología Química y Estructural del Instituto Weizmann, junto con su equipo, ha descubierto cómo las chaperonas protegen a las proteínas mutadas y cancerosas como el p53. Sus hallazgos, publicados en Molecular Cell, podrían allanar el camino para el desarrollo de nuevos tratamientos específicos contra el cáncer.
La familia JDP y la chaperona DNAJA2
El equipo se centró en la familia de proteínas chaperonas JDP, que tiene alrededor de 50 miembros. Estas proteínas identifican a las que no se han plegado correctamente o que han perdido su estructura tridimensional, enviándolas para que se replieguen con la ayuda de otras chaperonas. La chaperona DNAJA2 fue identificada como una de las principales responsables de ayudar al p53 mutado.
Para entender cómo DNAJA2 protege al p53 mutante, los investigadores utilizaron tecnología de resonancia magnética nuclear (RMN) avanzada para analizar su interacción a nivel atómico. Descubrieron que DNAJA2, a diferencia de otras chaperonas, se une al p53 cuando está casi completamente plegado, identificando áreas inestables mucho antes de que se desintegren por completo.
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El papel crucial de las horquillas β
Las horquillas β de DNAJA2 se unen a áreas en forma de láminas β del p53, que normalmente se mantienen unidas por enlaces de hidrógeno. Cuando estos enlaces se aflojan debido a mutaciones cancerosas, las horquillas β estabilizan las áreas sueltas, permitiendo que los enlaces de hidrógeno se reconstruyan. Esto protege a las proteínas mutadas y evita que la célula las descomponga.
Cuando los investigadores eliminaron la receta de la horquilla del código genético de las chaperonas, estas seguían siendo funcionales, pero ya no podían unirse a proteínas como el p53.
«Dado que la actividad de la ‘horquilla’ está tan concentrada, parece que deberíamos ser capaces de desarrollar tratamientos contra el cáncer apuntando a regiones específicas de las chaperonas», explicó Rosenzweig.
¿Qué sigue después?
Este descubrimiento abre un camino prometedor para terapias más específicas contra el cáncer. Al enfocarse en partes específicas de las chaperonas, los investigadores podrían desarrollar tratamientos que desactiven las chaperonas solo en las proteínas cancerosas sin dañar a las normales.
Aunque todavía falta mucho para que estos hallazgos se conviertan en tratamientos clínicos, el trabajo del equipo de Rosenzweig representa un significativo avance en la lucha contra el cáncer y una nueva esperanza para millones de personas en todo el mundo.
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