La amistad es uno de los mayores escudos contra la soledad no deseada, que afecta a una de cada cinco personas en España. Según el Barómetro sobre la Soledad No Deseada en España 2024, elaborado por Fundación ONCE y Fundación AXA dentro del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada (Soledades), este fenómeno va más allá de un estado pasajero: dos de cada tres personas lo sufren durante más de dos años.
Este tipo de aislamiento tiene graves consecuencias para la salud mental y física, aumentando el riesgo de enfermedades y marginación social. Para combatirlo, las amistades son una herramienta clave. Sin embargo, algunas personas carecen de ellas debido a factores específicos, según explica la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez en un artículo publicado en La mente es maravillosa.
Inseguridad y falta de confianza
Uno de los principales obstáculos para construir vínculos es la inseguridad personal. Quienes dudan de su valía o sienten que no están a la altura proyectan esa sensación en sus interacciones, dificultando que otros conozcan su verdadero yo. Además, la desconfianza hacia los demás crea barreras emocionales. Preguntas como “¿Confío realmente en los otros?” o “¿Me avergüenza mi forma de ser?” pueden ayudar a identificar estas limitaciones.
Personalidad y compatibilidad
El tipo de personalidad también influye en la capacidad para hacer amigos. Según Castro Arbeláez, no se trata de un defecto, pero en ocasiones nuestras características no coinciden con quienes deseamos tener cerca. Por ejemplo, alguien dominante podría chocar con una persona independiente, mientras que una actitud pasiva puede decepcionar a quienes buscan dinamismo. Hacer una autoevaluación honesta permite ajustar nuestra manera de relacionarnos.
Barreras externas: geografía y cultura
Las circunstancias externas también juegan un papel crucial. Vivir lejos de núcleos urbanos o cambiar de residencia frecuentemente dificulta establecer vínculos. En comunidades cerradas, los patrones sociales pueden excluir a recién llegados, incluso si tienen buena disposición para integrarse.
Gestión emocional y tiempo
Quienes no gestionan bien sus emociones tienden a generar incomodidad en su entorno, lo que puede llevar al distanciamiento. Además, la falta de tiempo por compromisos laborales o personales limita las oportunidades para cultivar amistades. “No siempre es falta de interés, sino desfase en prioridades”, señala la psicóloga. Trastornos como la ansiedad social o la depresión añaden barreras adicionales, aunque reconocerlos es el primer paso para superarlas.
Comunicación: verbal y no verbal
Finalmente, la comunicación es esencial para construir relaciones. Algunas personas, sin notarlo, transmiten desinterés mediante gestos o lenguaje corporal. Responder tarde o de forma evasiva puede interpretarse como falta de interés, debilitando los vínculos.
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